Ya llegó la primavera y con ella las hormonas a flor de piel, el tonteo y los flechazos. «La primavera la sangre altera» dice el refrán y en los tiempos que corren todo se virtualiza; canalizamos el enamoramiento por la Red y nos declaramos amor entre parrafadas y fotos bonitas.
Además, cada vez son más famosas las apps de ligoteo como Tinder, Grindr, Brenda, etc. herramientas de contacto que facilitan la comunicación entre personas.
Vivimos esa etapa rosa a través de la pantalla, y en ocasiones caemos en el sexting (sí, puede que tú también lo hayas practicado), eso de mandar fotitos subidas de tono a la persona que está al otro lado de la pantalla.
Depositamos plena confianza en la otra persona, muchas veces cegados/as por ese estado de amor, aunque sea amor conocido por una aplicación social, un «amor aplicado», sin pensar en lo que la otra persona pueda hacer con ella. Confiamos y no tiene por qué pasar nada, pero cada vez son más los casos de sextorsión provenientes de relaciones establecidas a través de apps de contacto. Es muy sencillo pasar del «sexting» a la «sextorsión», tan solo con que una persona decida difundir esa imagen subida de tono a otro/s contacto/s perjudicando a la persona que aparece en ella (o simplemente chantajeando con hacerlo), ya se está haciendo daño, ya se está extorsionando, ya se está «sextorsionando».
A nadie le gusta que su imagen quede dañada, de hecho, es algo penado en nuestro país, sin embargo, no es algo en lo que se piensa al compartir esa imagen con otra persona en un estado de enamoramiento/tonteo/ligoteo, y puede que el sexting se quede en eso y ya está, la cuestión es que si lo practicas, piensa dos veces lo que envías y cuatro veces lo que haces con lo que recibes.
Ante todo, respeta y demuestra que la tecnología tiene más pros que contras.
¿Y tú?¿Qué opinas?