La realidad supera a la ficción

Hoy voy a hablaros sobre algo que me parece un tanto curioso y siniestro a la vez. Hace algún tiempo un amigo me dijo: “¿Has visto esta película? Creo que deberías verla, trata muy bien sobre lo que estáis trabajando”. Lo que no sabía es que tiempo después la realidad superaría a la ficción. La película en cuestión se titula “Nerve. Un juego sin reglas“. La historia transcurre en una época actual, donde usamos las tecnologías de una forma agresiva y masiva en la sociedad.

El argumento de la película trata sobre una joven, a la que por problemas familiares (y de los cuales no quiero hablaros para no hacerlos spoilers de la película) no tiene el dinero suficiente ni el apoyo de su madre para poder ir a la universidad en la que ella desea estudiar. “Gracias” a la ayuda de una amiga, le enseña una app que puede usarse tanto en móviles como en ordenadores, la cual aparece como un reality show, donde puedes ser observador o jugador. El “programa”, “juego” o app, consiste en pasar una serie de pruebas, en las que la siguiente será más dura que la anterior y donde ganará una gran suma de dinero en cada una de las pruebas y deberá acabar siendo la jugadora ganadora para poder conseguir ese dinero que ha ido acumulando a lo largo del juego.

Leer más

El sexting, la moneda de cambio de la aceptación social

Siguiendo a diferentes profesionales de la Seguridad y el menor, se hace evidente la preocupación por plataformas como Periscope donde menores intercambian “likes” por sexting con retos como este:
La cultura digital que se está creando puede que requiera mecanismos de prevención ante situaciones como esta. Y es que,
en la sociedad de la imagen en la que nos encontramos, las formas de entretenimiento se están trasformando hacia modelos de conducta a través de la Red, documentando cada instante que vivimos, ya sean conductas beneficiosas, perjudiciales o imparciales para el usuario. El problema se da cuando éste no es capaz de prever con antelación el riesgo que puede conllevar su conducta (o que no le importe de antemano los supuestos riesgos, pues no los ha experimentado antes en sí mismo/a), pues la satisfacción que produce la sensación de aceptación social de un “like” es mayor que la preocupación por los riesgos asociados.

En el caso de los menores, las redes sociales dan unas pequeñas “dosis” que, a nivel evolutivo, necesitan. La pertenencia al grupo y la inmediatez son dos elementos de la psicología evolutiva que caracterizan la adolescencia, son dos elementos que, además, las redes sociales satisfacen y cuantifican, lo cual hace que el/la adolescente “se enganche” y dedique más tiempo a subir contenido a la Red, pues así se siente parte no solo del mundo virtual, si no del real.

Así pues, hablamos de una moneda, de un factor cuantificable que facilita la Red como son los “likes/me gusta/…” , donde muchos menores buscan la manera de ganarlos haciendo lo que sea, exponiendo su propia identidad (y en ocasiones hasta jugándose la vida frente a una cámara) con tal de ganar más puntos, más likes, más seguidores, etc.
Cuando un menor se ve envuelto en un caso de sextorsión o ciberbullying, puede que no devenga de una sobrexposición, pero es cierto que la sobrexposición garantiza más probabilidades de que se den ciberproblemas.

Con todo ello, queremos invitar al lector a una reflexión sobre la cultura digital que se está creando, la transformación de las formas de entretenimiento, el paradigma adolescente-consumidor y el riesgo al que están expuestos los menores en la Red por la necesidad de aceptación social.

¿Vale la pena degradar tu imagen digital y presencial por unos cuantos “likes”?

Y a ti, ¿qué te parece?

Muchas veces, me encuentro que en el tema de las TIC, problemas en las redes sociales, ciberdelincuencia y otras cuestiones que relacionan intrínsecamente las tecnologías con la sociedad, es algo que no se habla demasiado. Se está obviando. Y eso es un problema.
Es cierto que han llegado de repente. Nuestro nuevo gran amigo el smartphone, es una herramienta que nunca creíamos que vivíamos antes sin ella. Pero queridos/as lectores/as, vivíamos. Y bastante bien de hecho. Estamos aceptando todas sus ventajas sin tener en cuenta lo que pagamos en consecuencia. Y no digo que sean el demonio. Es importante remarcar que
lo verdaderamente malo es el uso que le damos a las tecnologías. Las tecnologías no son ni buenas ni malas. Ofrecen grandes ventajas y utilidades. Es innegable.
Pero pensemos en todo lo demás. En todo lo que está surgiendo a causa de esto. Ahora nos comunicamos a través de textos… Por lo que deberíamos tener más cuidado en cómo escribimos ¿Te parece que se tenga eso en cuenta?
Ahora todo va inmediato. Es todo o nada. Es ya. Y muchas veces necesitamos, minutos, horas, días o semanas para responder cosas importantes. La gente, si tú haces eso, ya ha decidido por ti. Has pasado de ella. ¿Tanto nos faltan los minutos para no poder dedicar tiempo a lo que realmente importa?
Las imágenes y los vídeos, son los reyes en estos medios. En cierta medida por lo mencionado anteriormente. Por la inmediatez y lo rápido que vemos y porque todo entra más sencillamente por esos medios. Sin duda, para que esto se lea tendrá su imagen. ¿O le sobra ponerle foto a todo?
Si entramos en el tema del anonimato, que por aquí somos solo gente que dice, hace cosas o sube cosas y no estamos cara a cara, surgen toda la problemática de las relaciones digitales. No hablo de quien conozcas en Tinder o alguna red similar… Pero de alguna manera si me refiero a eso. Qué fácil es insultar, faltar al respeto por aquí. Es tan sencillo (y rápido también) que no dudamos en hacerlo. Sin contar que siempre la persona que está detrás de lo que sube, comparte o simplemente escribe es eso, una persona como tú. ¿Por la calle harías lo mismo por escuchar una conversación ajena y simplemente insultar?
Esto es solo la punta del iceberg. Que todo esto está creciendo exponencialmente y quiénes deberían empezar a ver que todo avance tecnológico tiene un “pero” no se les ven muy interesados en verlo. Muy probablemente, por las edades que tienen y su interacción con las redes digitales, realmente no lo vean. Por eso te pregunto: ¿A ti qué te parece? ¿Es simple exageración todos estos sencillos ejemplos?
Yo me mojo, creo que no hay exageración. Aunque actúe como se debe, la sociedad anda cambiando. Mi forma de comunicarme, de sentirme escuchado, de quedar, de estar con mi propia gente, ha cambiado. Piénsalo. ¿Sobra el smartphone en algún momento que estás con tus amistades o tu familia? Seguramente se te habrá pasado por la mente ese “selfie” de la fiesta de anoche, o ese momento que todos tus colegas están en la terraza del bar con sus móviles, o esa situación de que habláis de algo y que no sabéis tal definición y la buscáis por internet en un momento. Y esto son cosas que hago, pero también me hacen pensar.

Y a ti ¿qué te parece?

¿Por qué me iban a robar a mí los datos?

En este tiempo que llevamos trabajando en el ámbito de la prevención sobre el buen uso de las TIC, ¿Por qué me iban a robar a mí mis datos personales? es una de las principales preguntas que creemos que podría hacerse cualquier usuario de redes sociales e Internet en general, una de las causas por las que no solemos prestarle atención a todos esos “ciberconsejos” como cambiar las contraseñas habitualmente, no meterse en wifis públicas, no subir imágenes con poca ropa, configurar bien nuestra privacidad, etc.
Quizás esta indiferencia devenga de no conocer realmente las consecuencias de las mismas y de pensar que a nosotros no tiene por qué pasarnos. Y es que es evidente que, aún sabiendo la facilidad de divulgación de contenido por la Red a nivel mundial, parece no importarnos.
Pues bien, empecemos con el tema de las posibles consecuencias negativas que podría tener nuestra exposición en la Red:
¿Sabías que si te roban tus datos personales pueden usarlos para cometer ciberdelitos y tú ni siquiera enterarte de ello? ¿Y qué hacemos? Cierto es que los datos son virtuales, pero las consecuencias pueden ser muy reales. La inspectora Silvia Barrera, de la Unidad de Delitos Telemáticos, publicó un post recientemente donde nos contaba qué debíamos hacer si nos citan a declarar sobre un ciberdelito que no hemos cometido (Artículo de referencia sobre “Cómo actuar cuando te citan por un delito en la red que no has cometido”). En resumen, si expones tus datos en la Red y no tienes la suficiente privacidad de los mismos, los podría utilizar cualquier persona para hacerse pasar por ti y cometer ciberdelitos. Y no es broma, una de las consecuencias puede ser acabar en prisión.
Otra consecuencia negativa que podemos sufrir si no tenemos cuidado con nuestra privacidad es la que nos trae este vídeo (link: https://www.youtube.com/watch?v=YrtBw_CoA-I) que más allá de las consecuencias nefastas que puede conllevar el practicar sexting (enviar imágenes subidas de tono) muestra cómo de una imagen que parece inofensiva, se utiliza para otro fin, una situación que puede que se nos vaya de las manos y no sepamos cómo actuar.
Como nos comentó Silvia Barrera en la entrevista que mantuvimos con ella, la mayoría de los ciberdelitos se producen por ignorancia, y aunque estos solo sean dos ejemplos, a día de hoy son multitud los que se están produciendo y además se están multiplicando.
La segunda cuestión que aquí se trata es sobre la indiferencia producida por el pensamiento predeterminado que tenemos sobre “a mí no me va a pasar”.
Para desmontar esta premisa, queremos destacar que realizamos un estudio en los meses de noviembre y diciembre, y podemos afirmar que en el 90% de las personas encuestadas afirmaban que conocían a alguien que había sido víctima de un ciberdelito. Así pues, se pone de manifiesto que en el entorno cercano de cualquiera de nosotros existen estos ciberproblemas y, por tanto, nosotros podemos ser los siguientes, (sí, a ti también te puede tocar).
Por todo esto, queremos reconocer la necesidad de concienciar sobre el problema, que está en nuestra mano protegernos de ciberataques o delitos hacia nuestra persona y que poniendo un poco más de atención en nuestra privacidad y lo que queremos que se sepa de nosotros, podemos reducir el riesgo de padecerlos, y en caso de sufrirlos, saber qué debemos hacer y con qué recursos contamos para solucionarlo.